"...ella se despertó primero, quizá por esas cinco líneas de sol en la persiana, quizá tan solo para proteger el misterio, el magnético efecto de sus ojos abriendo, primero grises, un fugaz amarillo, y el verde, por fin el verde, el mar entrando ruidoso mientras él se levantaba, con el truco de las pupilas terminado, pestañando cada tanto y mirándolo reflejado, entonces lo invadía otra vez esa sensación, de océano y mañana, un poco dormido todavía, la mujer del sueño allí presente, a pesar del amanecer inminente y de los cuatro ojos abiertos..."
miércoles, 25 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
"infames"
"...estrecharon las manos, hacía calor ahora, mucho calor, el príncipe revisó satisfecho la firma mientras el contaba las monedas, las mujeres y la fama, sin siquiera sospechar de la desmesura del ofrecimiento, de su cordialidad impostada, tan aturdido estaba, entre el azufre y la farsa, como para notar nada, la cola roja develada al irse el diablo entre carcajadas, simpático y con su alma recién comprada..."
jueves, 5 de noviembre de 2009
"espejismos"
"...descendió del auto sofocado, era agua, seguro, un charco radiante, azul inconfundible, agua por fin bajo el sol infernal y a escasos cincuenta metros frente suyo, corrió desesperado y se arrodilló entregado, bebió, se empapó, y se atragantó, burlándose salvado, de su suerte, de la llanura eterna, de la tierra quebrada, mientras volvía airoso y confiado, caminando, corriendo apurado hasta que el sol lo derribó insolado, el auto que aparecía siempre, ese extraño efecto, difuso y brillante sobre la ruta, su auto, a escasos cincuenta metros, allí adelante, siempre delante, y perfectamente estacionado..."
"la plaga"
"...el olor a queso era insoportable ya, días comiendo conservas desde el anuncio de la plaga, asique asomó cauteloso por el agujero y salió del escondite por la casa sitiada, en penumbra dió con la fuente de su descuido, una inmensa horma de gruyere y la calma, entonces se agachó y probó ingenuo el engaño de su hambre, masticando todavía cuando el hierro silbó liberado para atraparlo por la pierna izquierda, una centena de ojitos acercándose vengadas, empalagadas por la trampa, comiéndolo frenéticas allí mismo sobre la ratonera..."
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