"...el olor a queso era insoportable ya, días comiendo conservas desde el anuncio de la plaga, asique asomó cauteloso por el agujero y salió del escondite por la casa sitiada, en penumbra dió con la fuente de su descuido, una inmensa horma de gruyere y la calma, entonces se agachó y probó ingenuo el engaño de su hambre, masticando todavía cuando el hierro silbó liberado para atraparlo por la pierna izquierda, una centena de ojitos acercándose vengadas, empalagadas por la trampa, comiéndolo frenéticas allí mismo sobre la ratonera..."
jueves, 5 de noviembre de 2009
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